Las Mujeres del Iberman

Mirando atrás, recuerdo el día en que Alberto me contó el desafío que habían pensado para este año:  un triatlón distancia IRONMAN.  Esto fue a finales del año pasado y ya llegó la fecha, así, sin casi darnos cuenta.

“Estáis fatal” fue lo primero que me vino a la mente. Pero bueno, él parecía animado, por eso de que lo iban a hacer muchos componentes del equipo. Mi preocupación, como la de todas vuestras mujeres, era la de la cantidad de tiempo que ibais a necesitar para entrenar y el esfuerzo que os iba a costar… Pero sois chicos fuertes, y casi siempre os tomáis los entrenamientos como un rato para estar con los amigos. Esto es lo bueno que tiene el Triatlón Astudillo, que sois un grupo de amigos, así que, por favor, no lo estropeéis.

Tras un invierno de entrenamiento en piscina, en carretera y en el “Isla Dos Aguas”, llegó el buen tiempo y empezasteis con el río (una preocupación más para nosotras), las horas de bici hasta el anochecer y la carrera cuando se podía.

Pero esto no es una narración sobre vosotros, los “HÉROES DE HUELVA” (jaja), sino sobre como lo estamos viviendo nosotras, vuestras mujeres.

Para nosotras también está siendo duro. En las horas en las que estáis con la bici, nosotras contamos los minutos para que volváis a casa sin ningún rasguño, mientras vuestras zancadas resuenan en el suelo al correr, esperamos pacientes a que regreséis y cuando vuestros brazos salpican en el agua, nosotras también nos mojamos, nos mojamos ayudándoos en todo lo que necesitéis.

Como para vosotros todo es poco, decidís organizar otros desafíos, como el Grijota Fun Race, el Triatlón de la Mujer de Villalaco o la Marcha MTB. Pero es vuestro hobbie  y por eso nosotras estamos ahí, con vosotros, ayudando en lo que se puede.

Durante este verano, he oído comentarios sobre el IBERMAN como: “a ver si terminan de parir de una vez”, “estoy harta de tanto entrenamiento”, “yo paso, que hagan lo que quieran”… Todos estos comentarios los suscribo también como míos, porque cualquiera de nosotras lo hemos pensado en algún momento de este año. Pero no sólo estos, sino también los que se refieren a lo orgullosas que estamos de vosotros y de que nos hagáis partícipes de este desafío.

Días antes de emprender el viaje hasta Huelva, en general, los sentimientos son positivos, porque ante todo, nos puede el estar a vuestro lado. Planteamos este viaje como unas vacaciones todos juntos, un triatlón más, una meta por la que pasar y en la que os aplaudiremos y gritaremos hasta quedarnos afónicas.

Y así, sin darnos cuenta, estábamos todos en Huelva, juntos en el hotel, tomando unas cervecitas antes del gran día. Los nervios estaban muy presentes y os dejamos un ratito para que habléis de vuestras cosas. Nosotras, al lado, presentes, pero también nerviosas por el reto que os esperaba al día siguiente.

El sábado, antes de que el despertador sonara, yo ya estaba despierta, pendiente de que Alberto no se durmiera y tuviera tiempo de desayunar tranquilo. Me cuenta que algunas de vuestras mujeres ya estaban desayunando bien temprano, pero yo quería esperar un poquito más porque Marcos estaba dormido. Así, a las 7:30 puse al niño en la silla dormido como un tronco y salí a ver todo lo que se cocía.

En la pasarela estaba Isa con Guillermo y Álvaro (pobrecitos) y me di cuenta de que las lágrimas no solo afloraban en mis ojos, sino también en los de mis compañeras de equipo, de este equipo del que todos formamos parte.

Pistoletazo de salida al amanecer y algunas de nosotras fuimos a desayunar al hotel. Era raro ver el comedor lleno de mujeres y niños, todas más calladas que en días anteriores y aquí también hubo alguna que otra lagrimita. Las palabras de Juli nos animaron y seguimos con el día.

Algunas quedaron a pie de playa para animar a nuestros chicos y otras nos distribuíamos por las calles cercanas para ver como salíais en la bici. “Vale, están todos, menos mal”. Aquí empezó lo duro, porque iban a ser muchas horas sin saber qué tal iba todo, así que decidimos ir a la playa. La misma imagen: mujeres y niños. Ahora que lo pienso, me doy cuenta que estábamos todas un poco a nuestro aire, pensando en lo nuestro.

Gracias a Lici y Álvaro que estaban con la bici y a Pablo y Edu, nos íbamos enterando de que poco a poco llegábais a la T2. “Vamos Isa, que Ernesto llega ya”, comentamos en nuestro grupo de Whatsap. En mi caso, algo antes de las 5, me entero que Alberto empieza a correr. “Menos mal, lo peor ya ha pasado”.

En mente unas camisetas para animar a nuestros chicos. Ana encontró un sitio donde las hacían y allí nos fuimos todas, a poner en ellas vuestro nombre. “Alberto, eres mi Ironman” y “Papá, eres mi Ironman” decían las de Marcos y la mía. Risas para elegir el eslogan (uno muy votado fue el de “Una y no más, Santo Tomás”).

Después de esto, fuimos hacia el hotel, y allí estaba Ana, apostada en el paseo marítimo a las 6 de la tarde con Álvaro, esperando a que llegara su Ironman. Y todas fuimos tomando posesión de nuestros sitios para gritar a todo el que pasaba, no se nos coló ni uno. A todos animábamos y entre risa y risa nos enteramos que Anero había tenido que abandonar. ¡Pobre Merche! Creo que fue una sabia decisión por parte de Carlos, pero la noticia cayó como un jarro de agua fría.

“Vamos Miguel”. Ya estaba aquí el primero de los nuestros, pero aún le quedaban unos 12 km. Poco a poco tienen que ir llegando. “Vamos Ramón”, “Samu campeón”, “Venga Alberto” , “pero, ¿dónde está Ernesto?”. Intentamos tranquilizar a Isa y enseguida llegó su Ironman. Andando y con la cara desencajada, vimos que algo le pasaba. Isa fue caminando con él un ratito y nos contó que se encontraba mal. “Fuerza, fuerza, Ernesto”.

El primer momento emotivo de las llegadas a meta fue el de Yannick. Compartimos con su hijo los nervios de los acompañantes, pero de pronto apareció. Fue corriendo hacia él con la bandera de Palencia en una mano y con el teléfono en la otra. Al otro lado de la línea, su mujer… y todas nosotras llorando como magdalenas. “Bravo Yannick”.

El siguiente en llegar fue Miguel, pero tengo que reconocer que no le animamos lo suficiente porque no le reconocimos. Iba con Félix, y al ver el mono del TriPalencia, ya no nos fijamos en el que iba al lado. “Perdón Miguel”.

Ana llevaba un rato sin zapatos. Decidida a correr con Ramón y Álvaro desde donde estábamos hasta la meta. “Ya llega, venga corre”.

Después de esto, yo me fui más cerca de la meta, para que Alberto cogiera a Marcos en brazos para entrar con él. Primero llegó Samu, y Tania corría con él como una loca. “Enhorabuena Samu”.
Y ahí estaba Alberto, mirando de un lado a otro, buscando a su niño. Es Marcos el que le llama “Papá, men” (papá, ven) y yo no puedo dejar de llorar. “Seré boba”. Entrada en meta con Marcos a hombros, luciendo su camiseta de ánimo a su papá.  Yo mucho más emocionada que Alberto, corro hacia la meta, donde Marta nos espera para sacar la foto de rigor.

Mientras Alberto entraba, pasaron Antolín y Tato, y claro, Laura y Elena, corrieron con ellos emocionadas, que para eso se habían puesto las zapatillas. “Ya no queda nada, chicos”.

Me entero que Ernesto ha abandonado y que está en la enfermería. “No fastidies, pobre”.

A partir de aquí, me centré en cuidar de mi Ironman, y no vi entrar a Tato ni a Antolín.  Imagino que de la mano de sus parejas, ilusionados y satisfechos. Subimos a la habitación para darse una ducha, pero rápido volvimos a bajar para ver entrar a los compañeros que quedaban. Somos un equipo y es importante apoyar hasta el final.

“Venga Sara, que ya llega Jose. Corre”. “Venga Lizzy, Daniela”. “Iñaky está llegando. Bea saca el jersey de la peña”.  Abrazos y más abrazos, entre vosotros, nosotras, otros acompañantes…. Todo fue emocionante, pero quedaba por llegar Luis Óscar, acompañado de Bea durante los últimos 12 km, toda una campeona también. No pude verle llegar, porque Marcos se puso muy guerrero, pero le tuve en mi pensamiento hasta que entró a meta.

Pues sí, nuestros chicos han hecho el Iberman, son unos campeones. Y sí chicas, en parte ha sido también gracias a nosotras, que hemos apoyado de principio a fin a estos locos del deporte. Y aunque digamos que “Una y no más, Santo Tomás”, estaremos ahí en su próxima locura, seguro.

Lo mejor de esta prueba ha sido compartir unas vacaciones con los amigos, y lo peor (las tardes y los fines de semana solas), ya se ha olvidado.

Gracias a nuestros chicos por habernos hecho partícipes de esta prueba de larga distancia que también lo ha sido para nosotras. Y gracias a vosotras por haber hecho de esta prueba una oportunidad para vivirla juntas.

A por la próxima.

Autora: Ana Nuñez

2 comentarios

  1. Santa Ana; Santa Laura; Santa Merche; Santa Sara; Santa Ana; Santa Lizzy; Santa Elena; Santa Isabel; Santa Bea; Santa Tania; Santa Yolanda; Santa Bea; Santa Juli; Santa Elisabet; y Santa Estefanía.
    Y los santitos Alvarito, Guillermín, Marquitos, Danielita y Cristian.

    Sin este maravilloso "santoral" el Iberman hubiese sido…. imposible.

    Un admirador de todas vosotras, vuestro amigo Lici.

  2. Joe Ana que bonitas palabras. Sois unas heroinas al igual que vuestros ibermans.
    Enhorabuena

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