Astudillo ofrece al visitante uno de los conjuntos monumentales más interesantes y armoniosos de la provincia. Buena muestra de la importancia que alcanzó esta villa durante la Edad Media son los restos conservados del castillo de La Mota y sus murallas (puerta de San Martín), las ermitas románicas de Torre y Valdeolmos o las iglesias góticas de San Pedro, Santa María y Santa Eugenia. Templos que atesoran un impresionante patrimonio artístico, como los retablos que a finales del siglo XVI realizó Hernando de la Nestosa para las parroquias de San Pedro Y Santa María o las obras reunidas en el Museo Parroquial de Santa Eugenia (tallas góticas, retablo mayor hispanoflamenco, colección de orfebrería religiosa, mosaico romano,…)
Pero sin duda, el monumento más singular de Astudillo es el Convento de Las Claras, fundado a mediados del siglo XIV por María de Padilla. En su iglesia de estilo gótico-mudéjar nos sorprenderá un bello artesonado y las yeserías del coro. Junto al templo, Pedro I y María de Padilla edificaron un palacio con fachada de formas islámicas cuyas salas, adornadas con alfarjes y yeserías, albergan un interesante Museo de obras mudéjares y arte sacro.
La localidad conserva su laberíntica trama urbana de origen medieval. Estrechas calles y pequeñas plazoletas donde encontraremos grandes casas solariegas de los siglos XVII-XVIII, el antiguo Hospital, la ermita de La Cruz y buenos ejemplos de la variada arquitectura tradicional de esta comarca. Su Plaza Mayor porticada es una de las más pintorescas de la provincia
Posiblemente en la Edad Media comenzaría a construirse la sorprendente red de galerías que recorre el subsuelo de la villa y de las que se han documentado más de dos kilómetros de longitud. Pasadizos de sillería, con bóvedas de cañón y apuntadas, que han originado más de una leyenda sobre su origen y función, aunque los astudillanos siempre las han utilizado para criar en ellas sus tintos y claretes. Junto a estas misteriosas galerías, Astudillo cuenta también con numerosas bodegas tradicionales, como las excavadas en La Mota y El Altillo, que nos recuerdan la importancia que por estas tierras tuvo el viñedo hasta tiempos muy recientes.
Turismo Astudillo
- OFICINA DE TURISMO
- CASTILLO DE LA MOTA Y MURALLAS
- CONVENTO DE SANTA CLARA-MUSEO DE PEDRO I
- IGLESIA DE SANTA EUGENIA
- IGLESIA DE SAN PEDRO
- IGLESIA DE SANTA MARÍA
- TORRE
- BODEGAS
- PALOMARES
- PALACIOS DEL ALCOR
INVIERNO (octubre a mayo): miércoles y jueves: 10:00 a 14:00 h.
viernes, sábado y domingo: 10:00 a 13:30 h. y 16:00 a 19:00 h.
VERANO (junio a septiembre): miércoles a domingo: 10:00 a 14:00 h. y 16:00 a 19:00 h.
Cuando la oficina disponga de personal de apoyo en verano: martes a domingo: 10:00 a 14:00 h. y 16:00 a 20:00 h.
HORARIO VISITAS GUIADAS:
(Los horarios de las visitas podrán modificarse en función de las propias necesidades de la Oficina de Turismo).
viernes, sábado y domingo: 11:30 y 17:00 h.
VERANO (junio a septiembre): miércoles, jueves, viernes y sábado : 10:30, 12:30 y 17:30 h.
martes y domingo: 11:30 y 17:30 h.
Se piensa que el castillo de La Mota pudo existir ya en el siglo X, aunque documentalmente no tenemos constancia de él hasta el año 1035. Una de las primeras menciones de la fortaleza la encontramos en la obra del monje Rodulfo “Traslación del Santo a Carrión y sus milagros hasta hoy no publicados” (1136), en la que se incluye el milagro obrado por San Zoilo a un astudillano: “Vino a Carrión un ciego de un castillo de nuestra comarca, llamado Estudillo”.
La función de este castillo quizás fue la de reforzar la importante fortaleza de Castrogeriz, por lo que pudo jugar un importante papel en los enfrentamientos entre Fernando I y Vermudo III cuando la frontera entre León y Castilla se fija en el río Pisuerga (algunos piensan que la batalla de Tamarón tuvo lugar en Támara). También con Alfonso VII el castillo de La Mota vuelve a tener un destacado papel frente a las tropas aragonesas asentadas en Castrojeriz.
Durante los turbulentos años del gobierno de María Molina-Fernando IV las defensas de Astudillo sufrirán en el 1295 los ataques del infante don Juan, quien llega a tomar temporalmente la villa.
Hoy de esta antigua fortaleza, construida en buena sillería, únicamente se conserva una torre cilíndrica que presenta en su parte baja grandes troneras abocinadas para la artillería y en la superior aspilleras preparadas para la mosquetería y parte de un balcón. Un potente muro une esta torre con los restos de otra también de planta circular. Todas estas estructuras (a las que habría que añadir los restos posiblemente de la torre del homenaje) se vienen fechando en la segunda mitad del siglo XV.
Las ruinas del Castillo de La Mota se han visto muy alteradas por la proliferación en su entorno de bodegas y viviendas rupestres (ya en el siglo XVI existían bodegas debajo de la fortaleza). En la actualidad son propiedad municipal y están declaradas Bien de Interés Cultural (protegidas como Monumento desde 1949).
Convento fundado a mediados del siglo XIV por María de Padilla, privada del rey Pedro I. De esta época puede contemplarse la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles (sencillo templo de estilo gótico-mudéjar en el que destaca su artesonado y el retablo mayor renacentista con pinturas atribuidas a Juan de Villoldo), alguna de las estancias del monasterio (distribuidas en torno a un patio porticado de estilo castellano y de las que aún se conservan bellas portadas con yeserías mudéjares) y el palacio de Pedro I (con elegante fachada de formas islámicas y salas adornadas con alfarjes y yeserías).
El monasterio protegía sus dependencias y su barrio de La Puebla (donde habitaban treinta vecinos sobre los que ejercía el señorío la abadesa) con una cerca que se adosaba a las murallas de la villa. En ella se abrió la desaparecida Puerta de Santa Clara, protegida por un torreón almenado que aún puede contemplarse junto al palacio de Pedro I.
En la segunda mitad del siglo XV, la familia Tovar-Enríquez, señores de Astudillo, patrocina la construcción de un claustro junto a la iglesia del monasterio. Este espacio ha sido reconstruido recientemente pero en él aún pueden contemplarse restos del primitivo artesonado y las yeserías que adornaban la sala capitular. También a fines del siglo XV el panteón de María de Padilla (situado en el coro de la iglesia conventual) se adornará con yeserías de estilo gótico-mudéjar.
El convento de Santa Clara-Palacio de Pedro I está declarado Monumento Histórico Artístico y parte de las estancias del palacio se han acondicionado como museo. En ellas se expone una interesante colección de obras mudéjares (alfarjes policromados, yeserías, arcones), orfebrería religiosa, pinturas y esculturas de los siglos XIV-XVIII, ornamentos litúrgicos y más de doscientos belenes.
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NOTA: (Aportación de F. Javier Bartolomé sobre la ubicación de los sitiales de la sillería coral de Santa Clara): El "grueso" de la sillería se encuentra en la Misión de San Diego de Alcalá (la misión más antigua de Estados Unidos) en la ciudad de San Diego (California). También hay varios sitiales en el Museo de Detroit y cuatro en el MAN de Madrid.
Así pues, la histórica sillería mudéjar de Astudillo se encuentra dispersa en tres localizaciones: San Diego, Detroit y Madrid.
La iglesia de Santa Eugenia parece fundarse en el siglo XIII, aunque de este período únicamente se ha conservado el cuerpo inferior de su esbelta torre. Posteriormente será reconstruida a lo largo del siglo XV, como ponen de manifiesto su capilla mayor, los arcosolios de la nave del evangelio y la portada principal. Sin embargo, el edificio que hoy contemplamos es fruto de una importante reforma realizada en el siglo XVI que transforma la antigua iglesia gótica en una construcción de una sola nave, con tres tramos de gran altura y capillas-hornacinas laterales. A mediados del siglo XVIII, el arquitecto Juan de Sagarvinaga realizará una nueva portada a los pies del templo.
La visita al Museo se completa con las salas habilitadas en el coro y piso alto del pórtico, donde se ha reunido una colección de ropajes litúrgicos (algunos de ellos bordados en el siglo XVI), orfebrería religiosa (con piezas tan interesantes como las custodias de santa Eugenia y santa María, sin duda de las más bellas de la provincia) y varias esculturas y pinturas de los siglos XVI-XVIII.
La construcción de este templo se inicia en el siglo XIII, como puede apreciarse en su esbelta espadaña y en los ventanales con capiteles vegetales de estilo cisterciense conservados en la nave del evangelio. Sin embargo, su aspecto actual es fruto en gran medida de las reformas que se llevaron a cabo en esta iglesia a lo largo de los siglos XV y XVI.
En las inmediaciones de la iglesia de san Pedro se encuentra la ermita de La Cruz (s. XVII), donde en Semana Santa tiene lugar la tradicional subasta de los pasos procesionales.
Por los restos conservados en la nave del evangelio, la construcción de la iglesia de santa María parece iniciarse a finales del siglo XIII. Sin embargo, su fisonomía actual es fruto de las obras realizadas en la siguiente centuria y sobre todo a mediados del siglo XV.
A los pies del templo se sitúa la torre (con dos cuerpos de piedra y grandes miradores) y el coro. Éste se adorna con un alfarje mudéjar sobre el que se dispone una sencilla sillería y un órgano del primer tercio del XVIII.
Tradicionalmente la fundación de Torre y los pueblos de su entorno se ha relacionado con las campañas de Alfonso III. El control de Carrión de los Condes permitió a este monarca extender sus dominios hasta el Pisuerga. Al otro lado del río, el conde Nuño Núñez ocupará la importante plaza de Castrojeriz en el 882 y a su amparo irán surgiendo las poblaciones de Astudillo, Santoyo, Torre, Boadilla, Itero, etc.
En el siglo X, buena parte de estos territorios de la margen derecha del Pisuerga se integran en el Condado de Monzón, marcando el curso del río la frontera entre este condado y el de Castilla. Tras la muerte de Ramiro III (985), el condado de Monzón se integrará en el de Castilla hasta su desaparición en el año1038, cuando el último conde de Castilla, Fernando I, es proclamado rey de León.
La pequeña localidad de Torre formará parte del alfoz de Astudillo junto con las cercanas poblaciones de Villodre, Villalaco, Palacios del Alcor, Valdeolmos, Villasilos y Espinosa. Alfoz integrado en la diócesis palentina desde su restauración en 1034.
La catedral de Palencia contaba con varias propiedades en este lugar. Ya en el año 1050 el presbítero Velasco y su hermana María dejaban en herencia a la catedral todas sus posesiones in termino de Astudel, in Villa quae vocant Torre. También la abadía de Husillos poseía importantes heredades y rentas. En la bula de Alejandro III por la que pone bajo su protección a dicha abadía (18 de noviembre de 1179) se cita entre las propiedades de este monasterio la iglesia de Torre (con su palacio, diezmos y propiedades). Posteriormente, en el Libro Becerro de las propiedades de la abadía (compuesto antes de 1376) se registran en Torre varias casas con un herrén y un huerto.
También la Corona tenía en Torre vasallos y suelos poblados y por poblar é inforciones, heredades y otros derechos. Sin embargo, y como consta en el privilegio dado por Alfonso XI a la villa de Astudillo en 1334, por los tiempos que pasaron fasta quí en los nuestros Reinos asi de guerras como de tutorias que algunos fijos-dalgo con poder que abian que se llamaron naturales de la dicha Torre, e tenian y ascondidamente los nuestros vasallos y las nuestras heredades y los nuestros derechos y que decian que era suyo. ... Por esta razon y por facer bien y merced al dicho Concejo de Astudillo porque entendemos que es nuestro servicio y poblamiento de la dicha villa damosles todos los vasallos y suelos poblados y por poblar que nos habemos en la dicha aldea de Torre y en todo su término con todos los derechos. El Becerro de las Behetrías nos informa además que a mediados del siglo XIV el Hospital de San Juan de Acre poseía en Torre seis suelos, los dos poblados é los cuatro yermos.
Desde el siglo XIV, a penas tenemos noticias de Torre hasta su despoblación en el siglo XVII. Es de suponer que la crisis del siglo XIV afectara también a esta pequeña aldea. En el Becerro de las Behetrías se constata la paulatina desintegración y pérdida de entidad del antiguo alfoz de Astudillo. Villa que en el año 1309 consigue rebajar la cantidad que debía pagar por martiniega y unos años después (1322) reducir el número de pecheros de 235 a 180 al alegar la extrema pobreza a la que habían llegado por muchos robos e males e dannos que an recibido de gentes poderosas. De nuevo en el año 1385, los vecinos de Astudillo se quejaban al monarca Enrique III de que para pagar a su señor Fernán Sánchez Tovar (linaje que ostentará el señorío de Astudillo entre los años 1366 y 1455) se habían visto obligados a desollar las cruces e vender e tomar los cálices de las iglesias e empeñarse en judíos y que como se resistían a los pedidos de Fernán Sánchez Tovar éste les tomaba el vino, la carne, las bestias de labor y les cerraba las puertas de la villa.
Los escasos vecinos de Torre consiguen sin embargo superar estos malos años que hicieron desaparecer a otras poblaciones cercanas como Villasilos, Santibáñez y Alcubilla. Localidades que ya no se citan en las fuentes fiscales del siglo XV (pedido de 1462) y cuyos últimos habitantes posiblemente se asentaron en Astudillo, que se convierte en el primer tercio de esta centuria en el núcleo más importante de este sector de la Tierra de Campos (ocupando el quinto lugar por su carga fiscal).
A lo largo del siglo XVI se constata en toda la Merindad de Castrojeriz el continuo declive de las pequeñas poblaciones como Torre, lo que se traduce en un incremento del porcentaje de pueblos de mayor tamaño. En el vecindario de 1531 Astudillo figura con 1432 habitantes, alcanzando los 1976 en 1564. Esta tendencia se agudizará a partir del último tercio del siglo XVI, cuando la población se estanca (Astudillo pasa a tener 1755 habitantes en 1591) y se inicia un acusado declive demográfico debido a la aparición de la peste en la comarca. Descenso poblacional que se agudizará en la primera mitad del siglo XVII (Felipe IV perdonará en 1652 a la villa de Astudillo el pago de las tercias reales debido a que su vecindario se había reducido drásticamente) y motivará la despoblación de Torre en el año 1647.
El Voto Villa de Torre
La despoblación de Torre originó un largo pleito entre Astudillo y Santoyo por la posesión de su iglesia de Santa María. Finalmente el templo se agregó a las tres parroquias de Astudillo (sentencia del tribunal eclesiástico de Palencia de 1657 y del tribunal supremo de Rota de 1675). En dicho pleito y sentencia por primera vez se denomina a este despoblado Torre Marte. Denominación que algunos investigadores han considerado un simple error de trascripción y que sin embargo se ha mantenido hasta nuestros días. También Santoyo y Astudillo pleitearon por la jurisdicción municipal del término y campo del despoblado, hasta que en el año 1851 se reconoció la incorporación de Torre a la jurisdicción de Astudillo. En esta misma sentencia se establece la mancomunidad de los pastos en el campo de Torre entre ambas poblaciones.
Para José Luis Alonso Ponga (“Rito y sociedad en las comunidades agrícolas y pastoriles de Castilla y León”, Madrid 1999) las disputas entre Astudillo y Santoyo por la propiedad de este despoblado pudo ser la causa del conocido “Voto de Torre” que hicieron los eclesiásticos astudillanos el 27 de abril de 1692 y por el que se comprometían a acudir todos los años en procesión el día primero de mayo hasta la ermita y celebrar una misa en el altar del Santísimo Cristo. Al día siguiente, el Ayuntamiento se unió a este voto confirmando su presencia en esta procesión que cada año partía de una de las parroquias de Astudillo. La institución del Voto Villa vendría a coincidir con el litigio que aún mantenían Astudillo y Santoyo por la posesión del término municipal de Torre y sería para este autor un indicador de la fuerza moral y el vínculo con el que se ataba tanto el clero como el pueblo de Astudillo no sólo por la devoción al Santísimo Cristo, sino también como afianzamiento de los derechos sobre una determinada propiedad entonces disputada por la cercana localidad de Santoyo.
Sea éste o no el origen del Voto Villa, la importancia que esta tradición fue adquiriendo con el paso del tiempo no puede explicarse sin tener en cuenta la gran devoción que las gentes de esta comarca han profesado siempre por la imagen del Santísimo Cristo. Desde mediados del siglo XVII, la antigua iglesia parroquial de Santa María de Torre comenzará a ser conocida como Ermita del Santo Cristo por albergar en su interior esta milagrosa imagen que, según la tradición, fue tallada por Nicodemo y llegó hasta aquí desde Tierra Santa flotando por las aguas sin que nadie pudiera pararla hasta que se detuvo en un recodo del río Pisuerga cercano a Astudillo.
Con la instauración del Voto Villa se acrecentó de forma notable la devoción al Santo Cristo. En la actualidad, la romería del Voto Villa de Torre sigue congregando el primer domingo de mayo a un gran número de astudillanos y vecinos de los pueblos de su entorno.
La ermita de Torre
Los únicos restos que han llegado hasta nuestros días de la pequeña aldea de Torre es su iglesia parroquial de Santa María, hoy conocida como ermita del Santo Cristo. Es un edificio de medianas dimensiones, cuya construcción, con buena sillería caliza, parece iniciarse a fines del siglo XII. Sin embargo, su fisonomía actual es fruto en gran medida de las importantes reformas que se llevaron a cabo en este templo durante los siglos XIII-XV.
La ermita de Torre tiene dos naves con bóvedas de cañón ligeramente desplomadas que apoyan en arcos fajones. La nave principal (de cuatro tramos) podría fecharse a fines del siglo XII, construyéndose la nave septentrional colateral (de tres tramos) y la torre (levantada en el testero de esta nave) en el primer cuarto del siglo XIII. Durante la siguiente centuria se reformarán la cabecera (sustitución del antiguo ábside románico semicircular por la actual cabecera poligonal) y la torre-espadaña, construyéndose a fines del siglo XV y principios del XVI sus cubiertas frías y la portada plateresca de su nave principal. En el siglo XVIII, a los pies del templo, se construyó la casa del ermitaño.
Entre los restos románicos conservados en la ermita de Torre cabe destacar los cuatro capiteles de su nave principal, realizados a finales del siglo XII y decorados con representaciones de Sansón desquijarando al león, sirenas y centauro, grifos afrontados y una hidra de seis cabezas. En la nave del evangelio aparecen otras dos cestas figuradas realizadas en el primer cuarto del siglo XIII: arpía flanqueada por dos leones y crochets. También románicos son los canecillos que decoran las cornisas de los muros norte y sur, entre los que destacan varios decorados con motivos figurados (cabezas humanas, figuras femeninas, animales) y geométricos.
La cabecera de la nave principal se adorna con un retablo churrigueresco realizado por el astudillano Diego de Villandiego en 1740 y presidido por una copia del Calvario de Torre. Detrás de este retablo se ha localizado, empotrada en la pared, la inscripción ERA MCCCV, colocada según algunos investigadores con motivo de la ampliación o finalización del templo. También en esta nave hay lucillos sepulcrales de arcos apuntados y un interesante púlpito gótico-mudéjar con tracerías flamígeras y parte de una inscripción que permite fecharlo a finales del siglo XV.
De la ermita de Torre procede un interesante cáliz gótico del último cuarto del siglo XV. El cáliz (en la actualidad depositado en la iglesia parroquial de Santoyo) es uno de los escasos ejemplares conocidos de esta época con punzón de Palencia (con inscripción: ESTE CA MANDO DIEGO GOMEZ A SANTA MARIA DE TORE PORQUE LE HAGAN UN ANIVERSARIO EN CADA AÑO PARA SIEMPRE POR SU ANIMA EL DIA DE SAN JUAN).
No muy lejos de Torre se encontraba la ermita de San Martín, donde en 1568 se instaló la beata Clara Martínez con otras compañeras.
El tipo más extendido en Astudillo es el palomar cuadrado con cubiertas a cuatro aguas y decoradas con sencillos guardavientos de ladrillo. También existe algún ejemplar de planta rectangular y dos curiosos palomares con forma de castillo que se adornan con pequeños torreones y almenas.