
El 15 de agosto de 2025 fue una de esas tardes que se quedan grabadas en la memoria. Como miembro del Club Triatlón Astudillo, tuve la suerte de participar, junto a otros tres compañeros del club, Illana Chiru y Luismi en la carrera popular de Santoyo. Una cita que, aunque sencilla en apariencia, tiene ese encanto especial de las pruebas de pueblo: cercanía, ambiente familiar y la sensación de que todo el mundo te anima, aunque no te conozca.
Nada más llegar, el recibimiento fue espectacular. La gente del pueblo, con esa hospitalidad tan suya, se las apañó para que mi hijo y yo pudiéramos participar, incluso cediendo su dorsal, aunque no estuviéramos preinscritos. Ese gesto, tan generoso y espontáneo, dice mucho de la organización. Aquí lo importante es correr, compartir y disfrutar, no los formalismos.
La tarde se presentó algo calurosa, pero el cielo nublado y una brisa ligera hicieron que el ambiente fuera perfecto para correr. Desde el primer kilómetro sentí esa mezcla de nervios y ganas, el corazón bombeando fuerte y las piernas respondiendo mejor de lo esperado. No es mi distancia predilecta, ni menos aún habitual, pero logré mantener un ritmo constante, a 4:30 el kilómetro, disfrutando de cada zancada y del aliento de la familia que me acompañó durante buena parte del recorrido.
Uno de los momentos más bonitos fue ver a los más pequeños correr su propia carrera, con premios y medallas para todos. Sus caras de ilusión al cruzar la meta son el mejor ejemplo de lo que significa el deporte popular: alegría, superación y compañerismo.
Tanto me gustó que ya hemos decidido intentar convertir este día en una tradición familiar y del club: volver cada año a Santoyo, sumar kilómetros y recuerdos, y seguir disfrutando del deporte en su versión más auténtica.
Si alguien busca una carrera donde lo importante es el calor humano, la convivencia y el placer de correr por puro disfrute, le recomiendo que apunte Santoyo en su calendario. Yo, por mi parte, ya estoy deseando que llegue la próxima edición.
Carlos Anero.

